En las entrañas de la Sierra de Albarracín, Noguera se revela como una melodía acariciada por las aguas del río que lleva su nombre. Este rincón encantado, cobijado por la majestuosidad natural que lo envuelve, se erige como un altar al corazón del medio rural.

Bordado por el río Noguera, que danza con la tierra desde las entrañas del Tremedal, este pueblo es un poema esculpido en las piedras de su historia. La sinuosa hoz que ha esculpido el río, profunda y misteriosa, refleja la danza eterna entre la naturaleza y la humanidad.

En Noguera, cada rincón cuenta una historia antigua, tejida por asentamientos ibéricos en el Cerro del Moro y la Peña del Castillo. Ruinas de época romana en el Cerro del Colmenar susurran secretos del pasado, como páginas de un libro antiguo.

Peña del Castillo, un rincón singular, despierta asombro con vistas panorámicas de la Garganta de Noguera. En otoño, sus robles y arces crean un festín de colores, acompañado por el eco de la berrea. Este lugar encantador ofrece aparcamiento, áreas para fogatas, mesas y bancos para disfrutar de un picnic, junto con una fuente que brinda frescura. Un refugio perfecto donde la naturaleza y la comodidad se abrazan en un abanico de experiencias inolvidables.

La iglesia de San Miguel, testigo del tiempo que fluye como el río, se yergue con gracia, sus muros de mampostería contando las sagas del siglo XVIII. El almanaque de San Román en su fachada, una ventana al misterio del tiempo, captura momentos que se deslizan como las aguas del río Noguera.

Noguera, donde el eco de la naturaleza se mezcla con los susurros de antaño, invita a perderse en sus calles serenas y abrazar la grandeza del entorno natural. Un retiro encantador donde el corazón rural late en armonía con la belleza eterna de la Sierra de Albarracín.